viernes, 23 de mayo de 2008

El Pan de Anís

Terminamos de comer y de nuevo nadie se había comido el pan de ánís que habían traído casi hace una semana de El desierto de los leones. Yo lo vi y dije: ¡cómanselo!- me esiré para alcanzarlo y noté que ya estaba algo duro.
-Tiene hongos- dijo mi hermano René, un chico de 14 años, delgado, con corte de melena color café castaño, quien se mantenía aljado de él.

-¿Hongos?- preguntó mamá incrédula a tal afirmación. Sus pestañas estaban abiertas casi como la cola de pavo real. Tal vez no sea la major descripción, pero fue lo primero que se me vino a la mente al ver tremendo asombro en ella. Pero seguro has notado alguna vez como los pavo Reales han cambiado de tener su cola delgada y desapercibida a un tremendo abanico llamativo y extravagane. Y sí, justo así fue como se abrieron sus pestañas. Tendrías que haberlas visto.
Y como sonaba tan convincente, mamá y yo voleteamos a verlo y casi al unísono preguntamos -¿dónde?-
René muy decidido tomó aquel trozo de pan y lo volteó. Una pequeña cosita verde, como la lama que se pega en las rocas de las lagunas, estaba comenzando a salir. No era mucha. De hecho era apenas visible. Pero en efecto, René estaba en lo correcto.
-Pues es que ustedes no se lo comen- argumentó mamá. Vestía un pantalón de mezclilla y una blusa morada. su típico peinado con fleco de arcos y su cara con rubor. -Todos los´días ahí ha estado y no le hacen caso. Bien les dijo don chepe que les dejaría pan con la condición de que se lo comieran. y ustedes dijeron que sí, y miren...-
Percibí que nos estaba culpando a nosotros de algo en el que todos teníamos la misma culpa (en caso de llamarle así). Si es cierto que nosotros no lo habíamos comido, ella no culpa podría librarse de estar en la misma situación.
-¡Cómanselo!- decía como si on su discurso nos hubiesemos sentido con algún remordimiento.
Yo estaba satisfecha. Habíamos comido un plato muy completo de tres tacos de pollo conensalada de arroz. Y después de lo de los hongos... no me iba a comr ese pan.
-¡No me cabe má! además no se me antoja- dijer retirando un poco los platos de la comida.- ¿Poruqé no te lo comes tú?- pregunté con la curiosidad de ver qué excusa iba a poner en su defensa.
-Ah, pues a mi tempoco me cabe. Comí mucho, hija.- y se levant+o de la mesa con los trastos que luego dejó en el fregadero de la cocina. Mi hermano se fue a su habitación. ¡Y ese pan...! ese pan se sumaba a no sé cuantos más bolillos que ya se habían podrido que había descubierto no hace mucho tiempo arriva del refrigerador. Muy puestos en sus bolsas de papel café,amarrados con una bolsa de plástico. No eran dos ni tres; eran fácilmente cuetro bolsas que, cuando me quise preparar una torta, encontré con más de un bolillo intacto, enlamado y duro, por el olvido de mamá. o almenos eso quiero pensar...

Permanecí en la mesa un rato. Viendo en ese pan de anís... la satisfacción que nos pudo haber traído si hubieseestado fresco; una rica merienda sumergiéndola en una taza de chocolate espumoso, un desayuno en donde se le untase meremelada de zarzamora, una comida en la que a la hora del postre se le pone una rebanada de delicioso ate de guayaba... ¡y todo para que ahora solo fuera un pan duro más que terminaría en la basura? No podía permitirlo. Me inquietaba en cierto modo. Algo debía hacer con ese pan de anís. algo que, porsupuesto, no fuera deshecharlo. Y tenía que ocurrírseme algo pronto, porque mamá no tardaría en desaparecerlo. ... o almacenarlo en su "reclutamiento de panes".

Pasado un rato mamá salió y yo aún no sabía exacatamente que iba a hacer. ¿dárselo a un vagabundo con el riesgo de que me lo botara enla cara, ir en busca de un perro callejerohambriento que puede que me lo arrebate con todo y manoademás de pasarme un cúmulo de pulgas, ir a las plasas del Distrito Federal en busca de palomas...? y ¿si no encontraba palomas? yo quería que no se desperdiciara ese pa, quería hacer algo de bien, algo en lo que se aprovechara. Mi conciencia me decía que yo tenía que encontrar una solución, una buena alternativa, una...
-¡Ya sé!- Pensé -¡Los patos!
Cerca de donde vivo hay un parque con un estanque, y ahí hay muchos patos. Generalmente todo el tiempo están hambrientos. Pues son pocas las personas que se acercan a soltar algunos trozos de tortilla o migajas de pan. Y no así los patos que en el afán de saciar su hambre llegan en decenas hacia el alimento escaso que les arrojan.
Se me acababa de ocurrir una gran, gran idea en la que todos salíamos ganando: mamá se desharía del pan, el pan no se desperdiciaría, yo haría una acción buena y los patos comerían. ¡Eraalgo estupendo! Así que sin pensarlo dos veces, subí, le dije a René que saldría un momento y que si mamá regresaba y preguntaba algo, le dijera que me había eshecho de su pan "hongueado".
Bajé las escaleras, tomé el pan, lo guardé en una bolsita, saqué la bicicleta y me dirigí al estanque.
Ahí estaban. Patos y patos nadando en sus aguas. y yo..., yo me sentía muy alegre. Era un sentimiento tan intenso que sentía que se desbordaba de mi corazón.
Me acerqueé a la orillay de jeé la bici. Saqué el trozo de pan de anís y conencé a hacer un sonidito conl a boca parecido al que hacen las besuconas para que se acercaran.
¡increíble! Apenas los llamé y se acercaban unos tras otros como si supieran a lo que había ido. Corté unos trozos y los empecé a a roojar. ellos graznaban agradecidos, y más patos eran atraidos; blancos, negros, cafés y verdosos, grandes, medianos y pequeños...
Muchísimos patos estaban siendo alimentados por un pan que pudo haber terminado en el basurero. y yo me sentía con mucha dicha :)

El pan se terminó, y lo creas o no, hubo patos que se quedaron sin probarlo. Y los que lo hicieron se quedaron con ganas de más. No me quedó más que decirles: ¡Adiós Patos!. doblé la bolsita y lo guardé en mi pantal´´on. subí a la bici, y antes de arrancar volteé y los vi. Sentía cosquillitas en el estómago. sonreí y part+i.
Al llegar le conté a mamá. Estuvo escuchando mi relato, y de vez en cuando sonreía.
Mamá se propuso ser más cuidadosa con los alimentos. Y prometió hacer todo lo posible para que, si alguno se le llega a escapar, antes de deshecharlo, tratar de ver si puede servir para algo. Como ayer que se encontró con unos jitomates pasados, y los utilizó de abono para sus plantas, cuando fue a ver a su mamá y le dijo que con el pan duro hiciera pan molido, cuando sugirió en una tortillería que las tortillas que se les secaran las hicieran totopos...
El resultado tan grande que produjo...: un Pan de Anis.

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