jueves, 6 de marzo de 2008

Café, por favor. Cristina Pineda


Imagina qué café pediría cada persona; quizá un tipo amargado pediría un café cortado amargoso como él ¡iagh!, pero tal vez un joven con alma de niño pida siempre un lechero endulzado con miel, ¡mmm!; yo personalmente siempre pido un café moka; chocolate y café, azúcar y crema; me gusta el equilibrio.

Cada mesa de la cafetería engloba un tipo de gente diferente, con diferentes gustos y diferentes pensamientos; las chicas fresas de a lado hablan de lo guapo que está el mesero; el muchacho intelectual de enfrente lee su libro de quinientas páginas, sus ojos bien pegados a las letras y sorbiendo inconscientemente y cada largos ratos su café; y detrás de él, una pareja se come a besos endulzando en lugar del café los oídos del otro (me acabo de acordar de mi novio, ojalá estuviera aquí).


Me doy cuenta que todos comienzan a sentir que los observo, decido marcharme, ¡la cuenta, por favor!, pagó mi café moka y me voy aún observando a todos.

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