miércoles, 5 de marzo de 2008

“Con las patas al aire”


Por: Laura Cristina Ramírez Vassallo

Desde pequeño Norberto adquirió una forma de pensar distinta a los demás pollos del gallinero, no le gustaba que solo los usaran para…bueno para comida, y a las gallinas solo las querían para los huevos, en esa granja los pollos no eran valorados, además, no se les dejaba ser, tenían una hora para estar afuera en el solecito rico y a la hora a la que se les antojaba a los dueños, los metían al gallinero frío, húmedo y sucio; porque ni siquiera eran para limpiarlo; eso a Norberto de verdad le molestaba.
Un día como cualquier otro Norberto se levanto y vio que su vecino, Jeremías, no estaba en su nido, así que muy intrigado, salio a buscarlo y después de una ardua búsqueda por toda la granja dio con el, o bueno con lo que quedaba de el. Jeremías estaba en las fauces de aquel perro que siempre que los veía (a los pollos) los correteaba por todo el lugar, Norberto horrorizado corrió hacia el gallinero y les aviso desesperado a los demás pollos, pero ninguno se percato de la gravedad del asunto, o mas bien no les interesaba. Norberto no lo podía creer, Jeremías había vivido con ellos desde siempre, y siempre se había llevado bien con todos, pero a los demás pollos parecía no importarles que Jeremías ya no existiera.
Aunque Norberto no se iba a quedar tan tranquilo, así que empezó a armar su huelga, causo tal alboroto, que los dueños se enojaron, y castigaron a los pollos, dejándolos sin comer un día; todos los pollos se enojaron con Norberto y le dijeron que estaba loco, que era la regla de la vida, unos nacen y otros mueren y ni modo, y que a los que les toca pues se tienen que aguantar y ya, que así era la vida, o al menos su vida, eso obviamente a Norberto no le pareció, así que pensó que si los demás pollos iban a aguantarse todo e iban a ser sumisos el no, y con la pena que le hicieran como quisieran así que decidió que era hora de dejar el nido.
Una noche Norberto se salio a hurtadillas del gallinero, y se fue dejando atrás la granja, y a los pollos que simplemente estaban de acuerdo con lo que estaba pasando en aquel lugar; y así Norberto recorrió el mundo buscando pollos que pensaran como el, pero como es lógico no encontró ninguno, pero si encontró algo que le causo escalofríos, una funeraria de pollos, y lo peor es que estaban ahí colgados de las patas, como si fuera divertido ver un cadáver, pero eso no fue lo que mas horror le causo, si no que se dio cuenta de que iba gente, y los compraba:
-por dios quien va a querer un cadáver en su casa- pensó confundido, hasta que cayo en la cuenta de que no eran de adorno se los iban a comer
-……oooooo dios mío- pensó- esto no puede estar pasando el mundo se a trastornado como se pueden comer a un semejante, no, esto no puede ser, algo anda mal-
Norberto creyó que los pobres humanos habían sufrido un mal, un lavado de cerebro o algo así, antes de creer semejante atrocidad así que decidió analizar la situación y tras pasar unos cuantos días y noches, observando el lugar que se hacia llamar “pollería”, se percato que no era ningún mal, y que no les habían lavado el cerebro a los humanos lo hacían por placer:
- yo tengo que hacer algo pensó así que tomo un aerosol de la basura, igual, al que alguna ves había visto que usaba un chico de la granja, y escribió la siguiente leyenda en la pollería: “alto a la represión”

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