domingo, 2 de marzo de 2008

Leyenda Urbana

Por: Anita Echeverría Sáenz.

Desde pequeña mi abuelita me contó una gran leyenda urbana, yo lo veo como un gran milagro, desde la fecha lo tengo presente. No se si conozcan Tamaulipas, provincia le dicen “la ciudad del azúcar”, puesto que hay grandes cosechas de cañas de azúcar, el aire es tan fresco que puedes respirar tan limpio y llenar tus pulmones de esa tranquilidad sentida en ese calido viento del norte, donde no hay mucha tecnología, la gente es humilde, donde puedes estar vestida con ropa muy fresca, puesto que el calor te hace sudar hasta desvanecerte, ahí donde puedes disfrutar de unos ricos trolelotes, tengo que añadir que son ¡deliciosos!.

En esos tiempos no había tantas cosas como las hay ahora, puedo decirles que tanto mi abuelita y parientes nacieron en Tamaulipas, es un hermoso estado, Mi abuelita decía que pasaban muchas leyendas y fue cuando me contó una de ellas.

Se dice que en los campos más lejanos del estado, había fabricas para la producción de cañas de azúcar, en donde como ustedes saben la cosecha es larga y abundante y encuentras todo tipo de bichos y animales, un día una niña salio a jugar con su hermanito al campo, al estar jugando se fueron separando de la vista de su madre. La cual estaba trabajando en la cosecha.

Ese día la madre no los pudo dejar en la casa como todas las tardes lo hacia, al ir jugando los niños no se percataron de la hora y al ir obscureciendo estaban propensos a toda clase de peligros, la niña al ver que ya estaban tan lejos de la cosecha decidió parar de jugar, con tal fuerza y gran protección agarro a su hermanito de la mano.

La niña pensó, si cruzo el puente llegaremos más rápido a la casa y no tendremos que regresar a la cosecha, así su padre podría dar a viso a su madre para que no estuviera preocupada, al ir caminando y dejando el juego se percataron de una luz muy brillante, tan brillante que la oscuridad no existía, la niña pensó que era la luz del día y que tenia que apurarse para no toparse con la negra noche.

Solo faltaban algunos pasos para llegar al puente y cruzar para estar en casa, hasta que de pronto de los largos tallos de la caña de azúcar, salio una gran serpiente venenosa, era tan grande, con hambre, y dando una gran cara de maldad para aquellos niños indefensos.

La niña protegió con gran fuerza a su hermanito, decidió cargarlo en sus hombros, ¡Dios sabe de donde saco tanta fuerza!, aquella niña que prefería, la mordiera a ella que a su hermano. Al ir pasando cerca de la serpiente para cruzar el puente, la niña fue mordida, pero, en esos instantes llego la misma luz brillante más cerca de lo normal al corazón de la niña, tuvo que cerrar los ojos, al sentir una gran armonía en su corazón, la niña decidió abrirlos, al ver que estaba ella y su hermanito en brazos de una hermosa mujer, ¡era tan bella! que con unas dulce voz dijo “no tengan miedo, yo estoy con ustedes”.

Sin recordar nada solo esas celestiales palabras, la niña estaba en la puerta de su casa, tocaron y entraron a la casa, al ver su padre la mordedura de la serpiente, asustado corrió con los doctores del pueblo, los doctores al observar la mordedura de la serpiente y sin tener antídotos, dijeron que no iba a sobrevivir la niña.

Pero, esa noche volvió la hermosa mujer en sueños de la niña y al verla solo coloco la mano en la mordedura de la víbora y le dio una calida sonrisa que le decía “todo va estar bien, fuiste muy valiente”, la niña le dio las gracias, al día siguiente sin esperanzas su padre se soltó a llorar, pensó que su hermosa hija no iba a despertar de un gran sueño, al verla salir del cuarto, pensó que solo era un recuerdo, corriendo la niña a brazos de su padre le dio un gran beso en la mejilla, vio que era ella, que el veneno no hizo ningún daño y solo el padre digo al viento, con las lagrimas en los ojos fue un milagro realizado por un gran ángel, mandado del cielo.

Solo puedo añadir que esa niña era mi abuelita y si ella tuvo un ángel que protegió a su hermanito y a ella, les puedo decir que yo también lo tengo y es mi abuelita.

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