miércoles, 5 de marzo de 2008

LA RAÍZ DE MI FAMILIA


Por: Marianne Gómez M. *MgM*

Cuando nos pidieron escribir alguna leyenda o cuento que hayamos escuchado por parte de alguno de nuestros familiares, no pude evitar llamarle a mi abuelita para pedirle que me contara (de nuevo) la forma en que se conocieron mis bisabuelos. No estoy segura todavía si es una historia romántica o más bien dramática, pero lo cierto es que definitivamente es digna de ser contada una y otra vez.
La familia de mi bisabuelo vivía en uno de esos pequeños pueblos de Sinaloa en donde todas las familias estaban relacionadas de alguna manera y todos sabían la historia de todos. Cuenta mi abuela que cada sábado se organizaban grandes bailongos a los que asistían todos los habitantes del pueblo para lucir sus mejores trajes de rancheros y sus nuevos vestidos; bailaba cada quien con su pareja, bebían mucho tequila y normalmente los hombres se quedaban tomando hasta el amanecer.
Fue en uno de estos bailes que el hermano de mi bisabuelo sacó a bailar a una muchacha por la que estaba loco de amor y a quien había estado cortejando en secreto durante ya algunos meses.
El problema es que esta muchacha, Marina, era en ese entonces el querer de un conocido matón del pueblo al que apodaban “El Pistolas”; todas las familias sabían acerca de su oficio pero, sobre todo, sabían perfectamente que este hombre era excesivamente celoso y posesivo con Marina al grado de amenazar a cualquiera que le dirigiera la palabra con matarlo a balazos.
El amor de mi tío era tan grande que sintió una enorme necesidad de estar cerca de ella, así que la tomó del brazo y la condujo a la pista de baile; por suerte El Pistolas estaba completamente borracho y entretenido con sus compadres como para notar el suceso, pero la gente comenzó a cuchichear entre ellos y el rumor llegó de pronto hasta sus oídos. Se levantó, tomó su pistola y caminó hacia la pista lentamente y tropezando con sus propios pies; le gritó a Marina que se alejara del cabrón con el que estaba y sin pensarlo dos veces y a los ojos de todos los presentes, disparó tres balazos que se incrustaron violentamente en el cuerpo de mi tío, matándolo al instante.
Paralizado por el terror y la culpa, El “valiente” Pistolas corrió hacia las caballerizas del lugar para tomar su caballo y huyó rápidamente. Los que habían presenciado el suceso, comenzaron a buscar a mi bisabuelo entre la gente de la fiesta pero él ya estaba parado frente al cuerpo inerte de su hermano; lleno de rabia, corrió a tomar su caballo y galopó a toda velocidad persiguiendo al asesino para cobrar venganza.
Dice la historia que su coraje era tal, que cabalgó durante días enteros hasta llegar a Guadalajara, en donde tuvo que detenerse a descansar y a comer algo. Y fue ahí que conoció a mi bisabuela con la que se casó unos meses después y crió a sus nueve hijos.
Como dije, no estoy segura si fue destino o casualidad que esto haya tenido que pasar para que mis bisabuelos se conocieran, pero finalmente es gracias a eso que estoy aquí.
En cuanto al Pistolas, jamás lo encontraron ni volvieron a saber nada de él.

FIN


NOTA: Los nombres de los personajes han sido alterados para su confidencialidad.

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